La Biblia desde el siglo XXI

Los colores de Wadi Murabba'at, que no las telas.

26.02.2014 00:00

Los que soléis visitar biblicamente.org ya conoceís mi aprecio por los pequeños detalles arqueológicos. Digo pequeños en el sentido de que por sí solos no constituyen pruebas indiscutibles de la historicidad de la Biblia. Pero me gustan porque al menos son indicios de gran valía. Y claro, cuando los indicios se acumulan y apuntan todos en un mismo sentido, el nivel de certeza que aportan es equiparable al que pueda aportar una prueba irrefutable.

Buen ejemplo de este proceder para el esclarecimiento de la verdad lo constituyen los procesos judiciales. Una grabación que muestra claramente al sospechoso, incluido su rostro, asaltando un supermercado es suficiente prueba para condenarle. Pero si en la grabación no se le ve el rostro, la decisión de condena no es inmediata. Habrá que sopesar: El que en su casa encuentren productos del mismo tipo que los robados no constituye una prueba, pero es un buen indicio que en vez de descartar al sospechoso corrobora las sospechas. Si además, en su armario se encuentran prendas de vestir similares a las que llevaba el atracador de la grabación, tampoco tendremos prueba irrefutable, pero las sospechas se ven reforzadas. Si se añaden la similitud en las huellas de los zapatos, el golpe en la frente (que pudo hacerse al golpearse con un expositor, según se ve en la grabación), la falta de coartada para el momento del atraco y los antecedentes delictivos del sujeto; la decisión está cantada. Aún a falta de una prueba irrefutable, la acumulación de indicios  es tal que ni el mismísimo bufete de Boby Donnell sería capaz de librarle de unos cuantos meses de cárcel.

Claro, en el caso de la Biblia no se trata de establecer culpabilidades, sino de confirmar la veracidad de un convencimiento. Y este convencimiento es que los relatos bíblicos tienen fundamento histórico. Vamos, que no son invenciones de mentes fantasiosas. Y aunque tanto la arqueología como la historia han aportado pruebas irrefutables de muchas afirmaciones de la Biblia, dado que el espectro de acontecimientos relatados en la Biblia es tan amplio, nunca está de más recopilar también los “pequeños detalles arqueológicos” que confirman la historicidad de muchas otras partes de la Biblia. Y esto es lo que hago, añadiendo este asunto a la lista de noticias que apuntalan la historicidad de la Biblia.

En esta ocasión se trata del descubrimiento de unos pequeños trozos de tela. Son tres trozos encontrados en las cuevas de Wadi Murabba'at, al sur de Qumrán, donde se encontraron los famosos Rollos del Mar Muerto a mediados del siglo pasado.

Los expertos indican que tienen una antigüedad de unos 2000 años. Aunque lo habitual es que unos tejidos no aguanten dos milenios en condiciones de ser analizados, estas telas tuvieron la buena fortuna de haber sido dejadas en unas cuevas cuyas condiciones climáticas posibilitaron la conservación en muy buen estado: “La trascendencia de este tejido es importantísima, ya que prácticamente no hay paralelismos para ello en el registro arqueológico" afirmó Yoli Schwartz, portavoz de la Autoridad de Antigüedades de Israel en un comunicado.

Pero bueno, el descubrir telas de hace dos milenios no supone ningún indicio significativo en apoyo de la historicidad de la Biblia. No, lo importante no son las telas...

Lo importante son los colores que tiñen las telas

Hoy día no hay mayor problema en conseguir casi cualquier color, pero en la antigüedad esto no era nada fácil. Colores actuales serían impensables antiguamente. Y algunos de los que sí se utilizaban, eran tan difíciles de conseguir que tenían una estima similar al de los metales preciosos. Por ejemplo, el color púrpura era uno de ellos. Buena muestras del aprecio que se tenía entonces por el púrpura era la solvencia financiera de la que gozaba Lidia, de la ciudad de Tiatira. El comercio con este color le permitían unas condiciones económicas lo suficientemente holgadas como para poder alojar a 3 misioneros (Pablo, Silas y Timoteo. Véase Hechos de los Apóstoles, cap. 16:14,15)

Junto con el púrpura, también el azul y el carmesí eran colores de gente privilegiada por lo costoso de su elaboración. En Éxodo 25 se les equipara a los metales preciosos, pues en la ofrenda para el tabernáculo, junto con el oro, la plata y el cobre, debían incluir azul, púrpura y carmesí . Y en el capítulo 28 vemos cómo debían utilizar exclusivamente estos mismos tres colores junto con el oro y piedras preciosas para confeccionar la ropa sacerdotal (repasa con detalle el enlace: ).

Lo costoso de estos colores era consecuencia de la dificultad de su elaboración, lo cual también  provocaba su escasez: sólo la gente muy rica o muy poderosa podía permitírselo. Al margen de estos, dichos colores sólo los lucían los sacerdotales, como hemos visto en el párrafo anterior. Y es esta exclusividad la que apunta a las ropas sacerdotales como principal origen de los restos encontrados en  las cuevas de Wadi Murabba'at.

Pero, dirás, también podían ser restos de prendas de algún adinerado de aquel entonces. Pues claro que sí. Pero el hecho de que las prendas se encontrasen ocultas en una cueva (similar y próxima a las de Qumrán) induce a pensar que las prendas tenían un aprecio más allá del mero valor económico. Me refiero a su consideración de “sagradas” como parte del protocolo religioso descrito en Éxodo 25 y que perduró durante siglos hasta la época en la que se dataron los restos de tejidos que tratamos. Es muy probable que para los que  ocultaron  estas prendas no sólo eran valiosas en su aspecto económico, sino también por su significado religioso. Por eso debían ser protegidas.

¿Prendas protegidas?... ¿de qué?

El cómo llegaron las prendas a la cueva es algo que no está claro. El único hecho constatable hoy día es la presencia de dichas telas en las cuevas de Wadi Murabba'at. Todo lo demás son especulaciones con mayor o menor fundamento. La Autoridad De Antigüedades de Israel apunta la teoría de que pudieron ser llevadas por judíos fugitivos de las represalias por la revuelta de Bar Kojba. Esta es la hipótesis a la que yo me apunto, puesto que la otra también ofrecida (que las ropas hubiesen pertenecido a militares que intervinieron en la represión) va contra todo lo explicado acerca de la exclusividad en la utilización de estos caros colores. En cambio, la primera es perfectamente coherente con la hipótesis de que fuesen prendas de culto celósamente protegidas de los desmanes de la represión romana.

Así, pues, en mi opinión, nos encontramos ante otra pieza más de las que conforman el mosaico que ilustra y da sentido al marco histórico en el que se desenvolvieron los relatos bíblicos.

 

La noticia en  theblaze.com 

 

 

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