Un caminito ''bien conservado''

Un caminito “bien conservado”

^{(Una colaboración de Miguel Sanz)}

Quienes el pasado sábado 3 de septiembre recorrimos las Campas de Urbia hasta el túnel de San Adrián disfrutamos de un paseo muy agradable bajo la lluvia y, cuando la lluvia cesaba, entre la niebla. En la parte final de nuestro recorrido encontramos el camino construido a la perfección hace miles de años: la calzada romana.

En efecto, si ha resistido veinte siglos para recibir hoy la etiqueta de “bien conservado” es que quienes lo construyeron se esmeraron de verdad. Sin embargo, para ser sincero, la parte más incómoda y quizás peligrosa del recorrido es precisamente… ¡la calzada romana!

Nadie en su sano juicio pensará que es el mejor, ni siquiera un buen camino para desplazarse hoy día. Las piedras sueltas y mojadas por la lluvia, el barro entre ellas, el musgo traidor, el abandono, todo invitaba a salirse del trazado y caminar seguro por el suave manto de hierba menuda que crecía a su alrededor. Y, por supuesto, de regreso lo hicimos cómodamente sentados y a 120 Km por hora en nuestros vehículos.

Pensando esto me asaltó la pregunta: ¿qué sentido tiene caminar hoy por una senda trazada hace miles de años? Correr por una vía creada por ingenieros romanos, seguramente era muy sensato en su día pero hoy sería una locura.

Entonces ¿tiene sentido que sigamos hoy los caminos que trazaron unos profetas mal afeitados? ¿Por qué caminar siguiendo los principios bíblicos? …

Algo tiene la Biblia. Desde que sigo su trazado, camino sobre seguro: ni piedras sueltas, ni barro, ni verdín resbaladizo. A pesar de cuantos han querido destruirla (o modernizarla), sigue siendo la misma vía, segura y tan bien conservada como cuando dijo Jesús “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. (Marcos 13:31).

¿Será que la Biblia es un camino que no lo crearon ni profetas judíos ni, por supuesto, ingenieros romanos, sino alguien que está muy por encima de unos y otros?